domingo, 1 de junio de 2008

Por Perú: Eloy Jáuregui

Susy Diaz: Tocada Por El Voto

Despertamos a la misma hora. Ella lucía descompuesta y legañosa todavía. Se había acostado a las dos de la madrugada después de culminar la agotadora temporada teatral en el Arquelín. El tráfago de la noche fue violento y ahora el cuerpo exigía unas horitas más de sueño. Encendió el televisor y entonces el presidente Fujimori apareció tomando desayuno con sus hijas, eran tamales, poderosos tamales con maíz tutelar del peruano, del sufrido campesino. Susy Díaz se dijo que era hora de atender a la gente del campo e imaginó también unos tamales, una caricia y un beso de su amado, la jornada iba a ser dura, muy dura.

Susy Díaz ya había dejado el baby doll rojo indio y ahora lucía polo y shorts también rojos. Percy Arévalo, el esposo, con piyama púrpura, se adelantaba como siempre. Hasta la habitación colorada y cama tres plazas con edredón color rojo sangre, el cónyuge ya había llevado el desayuno: tamales de chancho chinchano, grandes, muy grandes, tal como la futura diputada los había imaginado y un refrescante pote de yogurt con sabor a guayaba. Susy le dijo al oído todavía chaposa: “Papito, que sería de mí sin ti”. No dijeron más y se besaron intensamente.

“César Hildebrandt ha dicho que va a votar por mí. Es grande César”, confiesa la todavía candidata. La llaman ahora de la BBC de Londres. Susy no entiende mucho, pero se manda con sus argumentos, que ya llegó la hora de luchar por sus hermanos campesinos, que hay que reflotar la banca de fomento para apoyar el campo y otorgar créditos blandos. El departamento se ha llenado de intrusos. Todos tienen cabida, el país espera vigilante el desenlace.

Así, la prédica de Susy tuvo aceptación porque hablaba con el lenguaje de los que nunca tuvieron nada y sintonizó. “Yo pude haber sido lo que la gente piensa pero, cariño, quieres que te diga una cosa, yo no sé mentir, yo no soy falsa, yo tengo el alma limpia”, así le dijo al cronista, en sollozos, casi de labios y oídos. Salimos y ya estaba Iris Loza y Rossi Carrasco, sus compañeras de piel, vedette también, corte oficial de la futura congresista.

“Voy a luchar para reactivar el agro, para que mis hermanos campesinos puedan tener buenas carreteras, y no se les malogre sus productos”, dice a unos y otros. El colegio tiene prosapia, es pituco como dicen algunos. Entonces una señora de buena laya la agarra contra la candidata: “que cosa te has creído, impúdica”, le grita. Susy se sobrepone, avanza, la mayoría la aplaude. Luego de votar y mostrar un cachito de la pierna blanca como la camisa blanca del presidente de mesa, busca desesperadamente a Percy: “Que tal mi amor”, le pregunta.

Y en la tarde el flash de Panamericana la sorprende y abraza al cronista antes que al esposo. “Me trajiste suerte, cariño”, le susurra, pero Percy pone orden. En el local del Movimiento Independiente Agrario, la esperaron hasta las cuatro, Susy Díaz llegó ganadora, el resto con Rolando Salvatierra a la cabeza, se resignan a creer en los resultados, están cariacontecidos. Susy dan pequeños discurso poco traducible y en el “Chuchimóvil”, su corte de honor y el cronista parten rumbo al Congreso.
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